En contra de lo que podría parecer, Rudolf Diesel nació en Francia (al igual que otro ingeniero destacado del que os hablábamos hace unas semanas). Estudió en Inglaterra y posteriormente acabó graduándose en la Politécnica de Munich, donde fue alumno de otro ingeniero cuyo invento esta presente en todos los hogares españoles: Carl von Linde, inventor de la nevera.

Diesel y la búsqueda de la eficiencia.

Durante su tiempo libre, Diesel trabajaba en la búsqueda de un motor que fuera más eficiente que los de la época, que eran motores donde el encendido de su mezcla de aire y combustible debía hacerse exteriormente. Fruto de ese trabajo, Diesel consiguió justo lo contrario: el encendido de la mezcla se producía en el interior del motor, comprimiendo el aire del cilindro y calentándolo, lo cual hacía que, justo al final del movimiento del cilindro, el combustible entrara en contacto con el aire y producía su explosión. En 1982 terminó su diseño y recibió la patente de un motor que , a día de hoy, y con sus modificaciones pertinentes, seguimos utilizando.

Su aportación supuso enormes ventajas: motores más pequeños y más ligeros que los existentes hasta la fecha, al margen de que no requerían la utilización de una fuente adicional de combustible para el encendido. Asimismo, su motor corría con una eficiencia teórica del 75 % en comparación al 10% que conseguían los motores de vapor tradicionales, lo cual reducía costes.

Mercedes-Benz trajo el primer diesel de producción en serie.

Aunque el motor diesel se había inventado tiempo atrás, pasó mucho tiempo hasta que un fabricante se atreviese a ponerno en un automóvil. Rudolf Diesel no llegó a ver en vida un coche así. Era el Mercedes-Benz 260 D, hecho a partir de un modelo 200 gasolina con la batalla larga.

El motor, proveniente del mundo del vehículo comercial, era un 2.6 de cuatro cilindros, atmosférico y con inyección mecánica Bosch. Daba 45 CV a 3.200 RPM, alcanzaba 100 km/h y consumía 9 l/100 km. Hoy día es mucho, pero pensemos que el Mercedes-Benz 200 de la época, su equivalente, gastaba 13 l/100 km de gasolina.

El legado de un motor con aplicaciones muy variopintas.

El motor diésel se generalizó en muchas otras aplicaciones, sin embargo, tales como motores estacionarios, máquinas agrícolas, submarinos, barcos, y mucho más tarde, locomotoras, camiones y en automóviles modernos. Los motores diésel se encuentran con mayor frecuencia en aplicaciones en las que existe un alto requerimiento de par y un bajo requerimiento de RPM. Debido a su construcción generalmente más robusta y alto par, los motores diésel también se han convertido en los caballos de carga de la industria del camión. 

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